Una noche a principios de los 80, en una avenida del Bajo Manhattan, un joven levanta la mano para coger un taxi. Pasan varios vacíos, pero ninguno para. No es la primera vez. El joven les grita enfurecido, los insulta. Es Jean-Michel Basquiat, el más tracendental pintor de su generación junto a Julian Schnabel. Como él, en ese momento ya es un millonario. Sus cuadros se venden bien. Pero los taxistas no lo saben. Sólo ven a un negro que agita sus brazos en la acera, quién sabe si para robarles. Seguir leyendo en la revista Epicuro
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Como pez en las redes
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